La Conquista de Al-Ándalus

Maribel Ortega Fuentenebro

En la revista Alfa y Omega n1 242, que se incluye los jueves junto con el diario ABC, he leído un articulo escrito por Benjamín R. Manzanares, que me ha dejado sorprendida. En la página seis hay un comentario que se refiere al libro “Islam y Arte Contemporáneo” de Ibrahim Cabrera. El Sr. Manzanares hace un comentario que hiere la sensibilidad de cualquier persona interesada por la historia de España. Tal comentario dice así “Al comentar la invasión musulmana en el siglo VII, el autor (aludiendo al Sr.Cabrera) considera que no hubo tal invasión, sino que la sociedad visigoda de finales del siglo VII fue evolucionando espontáneamente  hacia la mentalidad islámica. Se trata de una tantas tergiversaciones de la historia de hoy que tanto proliferan”. :p>

No conozco al Sr. Manzanares ni al Sr. Cabrera, por lo que de ninguna manera soy sospechosa de amiguismo en ningún sentido. Por lo que he leído de uno y de otro,  creo  que estoy en  condiciones de opinar que el Sr. Manzanares  no es un buen conocedor de la historia de España; si lo fuese no incurriría en un inexactitud semejante. Primeramente creo que hay que saber lo que  significa la palabra “invasión” que más bien se identifica con “allanamiento de morada”, o sea apropiarse sin leyes de lo ajeno, que se asemeja más a una acción de piratería que a otra cosa, y a todas luces no fue así.  Otra cosa es aludir a la palabra “conquista” que se refiere a la conquista de un territorio con esfuerzo, incluida la acción armada y  venciendo dificultades, y que está incluída dentro de un sistema legal, lo que a todas luces es bien diferente. Y esto, “conquista”, sí la hubo, si en este caso puede llamarse de esta forma.

Lo voy a explicar: La sociedad española del Siglo VIII, estaba en pleno caos, pobreza moral y económica, guerras civiles,  luchas continuas que se acentuaban en los momentos en que había que elegir nuevo  rey, o se quería deponer al anterior. Como el sistema de  sucesión era electivo, fomentaba la ambición y la lucha por el poder entre las familias pertenecientes a la nobleza visigoda, sobre  todo,  en los momentos de sucesión, en los que se recrudecían violentamente los conflictos para conseguir el trono, lo que  agravaba más la situación social.  A partir del año  648, con el reinado de Wamba, fue constante la guerra civil. No es de extrañar,  porque   lo reyes visigodos, bárbaros e ignorantes,  se guiaban  más por sus propios intereses personales que por una  moral-religiosa o cualquier ética de tipo  humano.

En el año 710 la Península Ibérica se encontraba con fuertes  luchas internas, D.Rodrigo, descendiente de Chindasvinto,  era quien  gobernaba, pero un grupo del linaje de los Áquila (descendiente de Wamba), trataba de hacerse con el poder como fuera, de tal forma que de acuerdo con el conde D.Julian,  -una especie de gobernador de la plaza de Septem (Ceuta)-  y ante el hecho de la pobreza y represión en que se encontraba el pueblo unido a la propia ambición real, pidieron ayuda a los árabes que ya habían conquistado el Magreb y les facilitaron la entrada en la península. La primera expedición estuvo formada por unos 400 hombres,  al mando de Tariq, que entra sin dificultad y se  se asienta en Tarifa (que toma su nombre y lo conserva en la actualidad). 

En abril o Mayo del 711 desembarcan unos 7000 hombres, unos pocos árabes, muchos bereberes y algunos libertos. Ayudados por la flotilla del Conde Julián, se asientan en lo que sería más tarde Gibraltar. Don Rodrigo, estaba, en ese momento,  sofocando una rebelión en Navarra, ante los hecho regresó con gran celeridad. Solo  una pequeña batalla árabe-visigoda (Batalla de Guadalete)  -en la que murió D.Rodrigo- y fueron derrotados los reyes hispanos. Tariq, de esta forma se introdujo en Andalucía sin ninguna dificultad. Toledo, la capital del reino, aunque amurallada, no ofreció ninguna resistencia, y dejó pasar tranquilamente a los musulmanes.  Un hecho muy  importante, y que sin duda  cambió la historia,  es que Áquila y su hermano,  renunciaron en el 714 a sus derechos al trono visigodo en favor del califa de Damasco al-Walid (701-717). Precisamente por obra y gracia de esta renuncia, al-Walid es considerado el heredero legítimo de los reyes visigodos.

En Junio entró Nusayr, conquistó Sevilla y Mérida, también sin resistencia, se unió a Tariq y juntos marcharon hacia Zaragoza.

Los musulmanes, dueños ya de la península, acabaron con  las luchas civiles, no impusieron su religión, no hubo persecuciones ni mártires, sino que lograron convivir con las otras religiones monoteístas  de la península, judíos y cristianos, en pacífica convivencia. Un versículo coránico puede dar luz sobre este hecho “No hagáis violencia a los hombres en materia de religión” (Corán 2,256) o el que recomienda  no discutir “No discutáis con la gente de la Escritura (judíos y cristianos), salvo en términos de moderación y amistad y decid (Creemos en lo que se nos ha revelado a nosotros y en lo que se os ha revelado a vosotros. Nuestro Dios y Vuestros Dios es Uno y nos sometemos a Él “ (Corán 29,46).   Crearon, en todos los órdenes, una mayor estabilidad que favorecía a todos, por eso los cristianos, se convirtieron en masa a la nueva religión; esto es comprensible y además se justifica por el hecho de que los reyes de procedencia germánica, o sea los visigodos, habían arrebatado a los hispano-romanos todas sus posesiones, lo que unido a las frecuentes guerras y atropellos, hicieron favorable el cambio;  con los musulmanes  disfrutaban de mejor status y de mayor prosperidad. Así los convertidos formaron los núcleos más importantes, en cuanto al número, de los musulmanes andalusíes. Se les llamó mulaidíes.

Por eso el Islam no es nada ajeno a los oriundos de España, es más verosímil, que los españoles actuales descendamos de un islámico que de un cristiano, porque la gente que entró en la península,  era  insuficiente para repoblar un país y cambiarlo por la fuerza; si el número de visigodos venidos se cifraron en unas 100.000 personas y no lograron cambiar el tipo de población, raramente se podía lograr sólo con unos 8.000  musulmanes, a no ser por las  conversiones en masa de la mayoría de las gentes hispano-romanas. Precisamente y debido a esta retractación,  nuestro antepasado número 32 o 33, profesaba la fe del Islam y era hispano. Hay más posibilidades de que fuera así que el contrario.  Es un error identificar a los cristianos católicos con los cristianos de este tiempo,  o tratar de antiespañoles a quienes profesaban la fe musulmana. Creo que el equívoco data del siglo XVI cuando se identificaron dos palabra “cristiano=España”. Como dato curioso señalar que algunos reyes cristianos se vestían a la usanza árabe y escribían y firmaban en esta lengua. Señalar  entre otros a  “Alfonso II de Aragón” o “Enrique IV de Castilla”.

Quienes no  quisieron abrazar la nueva religión, pudieron seguir practicando el cristianismo, y se les denomino con el nombre de “mozárabes”.  Disfrutaron de gran prosperidad, siguieron celebrando culto en sus propias Iglesias,  que no fueron destruidas, tuvieron una organización jurídica y eclesiástica propia de acuerdo con la tradición visigoda, incluso en Toledo tenían un arzobispo y seis parroquias intramuros.  Núcleos importantes se encontraban en zonas rurales, que con el paso del tiempo se fueron convirtiendo poco a poco al Islam. Aquellos que se asentaron en  zonas urbanas se dedicaron,  principalmente,  al comercio y a la artesanía, especialmente al trabajo de la plata. Un hecho muy curioso es que, musulmanes y cristianos, llegaron incluso  a compartir  el mismo lugar para orar y celebrar culto; baste como ejemplo  la Basílica de San Vicente de Córdoba.  Bien es verdad que cuando Abd al Rahman I entra en la ciudad, debido al gran número de conversos y a las gentes venidas con él,  compró a los cristianos la  parte reservada a ellos,  pero les autorizó a construir otra nueva iglesia  extramuros. Los hispanos que no  quisieron abrazar el Islam ni convivir con quienes profesaban la fe islámica, emigraron hacia el norte y con el tiempo se constituyeron en reinos, y fueron los que  dieron comienzo a lo que la historia llamó Reconquista.

Se deduce de esta manera que la península se islamizó, que no hay que confundir con “arabización”; es decir se hizo musulmana, adoptó la nueva fe, que nada tiene que ver con la  raza, etnia, clan.  Árabes vinieron muy pocos, y los   norteafricanos, que fueron muchos más,  se casaron con hispanas, lo que dio lugar a un  mestizaje cultural y físico que influyó, notablemente, en la población, e hizo que fueran muy pocas las gentes de raza pura, árabe o bereber,  que habitaban al-Andalus.

Los visigodos de procedencia germánica, eran antisemitas, por ello los judíos eran perseguidos y  desprovistos  de  toda clase de bienes;  pues bien el Islam permitió que continuaran ejerciendo su religión y su culto. Fueron muy  respetados y alcanzaron tal status cultural,  que durante los Reinos de Taifas, ayudaron  a los reyes musulmanes en la gobernación, incluso algunos se arabizaron: adoptaron la legua árabe y algunos como Ibn Paquda, se vistieron al uso musulmán.

A partir de aquí la vida en Al- Andalus evolucionó, hacia un progreso como  no ha habido otro igual en España: se disfrutaba de una gran  tolerancia y respeto, la industria se desarrolló a índices desconocidos hasta entonces; la agricultura y la ganadería recibieron un fuerte impulso, esta última con la cría de ganado caballar. Se dio un gran empuje a la medicina, astronomía, matemáticas etc., y merece un lugar destacado la “Falsafa” (filosofía islámica) que dio personas tan ilustres como Averroes, “falasifa” universal, que tradujo para occidente obras de Aristóteles y las comentó, sus teorías se discutían en el siglo XIII en la universidad de París, dando lugar a interesantes controversias. Y no puedo dejar de lado al insigne místico Ibn Arabi, murciano universal,  que inspiro a todos los grandes místicos posteriores. La lista de personas ilustre es muy larga: Tufayl, Ibn Masarra, Ibn Hamz y muchos más.

Este esplendor que conocemos a través de los documentos históricos, se vivía durante el Califato de Córdoba y durante las Taifas, mientras tanto la cultura cristiana, permanecía sin desarrollar en el norte de España. Según el filosofo Doctor  D.Joaquín  Lomba Fuentes en su libro “La raíz semítica de la Europeo”, “la cultura musulmana es la base de la  cultura europea, no puede comprenderse Europa sin lo islámico”

Esta península no fue invadida por el Islam, sino conquistada, y desarrollada a través de ellos, lo que a todas luces es diferente;  los musulmanes fueron llamados para poner orden y se les facilitó la entrada y la  gobernación. No impusieron la religión, aunque quienes no abrazaron el Islam  tuvieron que pagar un impuesto especial, que todos,  judíos y cristianos abonaban sin ningún tipo de animosidad, porque la prosperidad, la cultura, el progreso y la PAZ  habían sustituido a las luchas y miserias del tiempo de los reyes visigodos. La historia, nuevamente, nos da una lección que debería hacernos reflexionar a la  vista de la sociedad multirreligiosa y multicultural que se esta configurando, para lograr la convivencia armónica y pacífica, presente y futura.